Querid@s amig@s, ya sabéis que en Hogares con Estilo hacemos cosas chulas de forja: cabeceros, mesitas, banquetas y un sinfín de cosas que os presupuestamos a medida y que no nos da tiempo a fotografiar y colgar en la red sí, pero… ¿sabéis qué? En Hogares con Estilo también somos padres-madres, ¿qué hacemos en un verano con niños?
A decir verdad, llegó el primer día de vacaciones, sin cole y pensamos que nos moríamos…
Aquí una servidora tiene tres ¡tres! Sí señores, tres hijos, todos varones de seis, tres y un año… ¡Casi nada! Imagínense, el primer día, acostumbrados a estar activos todo el santo día, jugar, saltar, gritar, chillar y nos los tenemos que llevar a trabajar… Los clientes de esa semana escucharon no pocas veces una vocecita que mientras los asesoraba por teléfono me decían «Mamáaaaaaaaaaaaaaaaaaa quiero lecheeeeeeee…» o «Mamáaaaaaaaaaaa, ¿vamos al parqueeeeee?» Y así… Lo pienso y me dan escalofríos: agosto, Córdoba, cincuenta grados, trabajo y… Un verano con niños (moviditos además).
Creo que nos apagaron el ordenador unas doscientas veces, pintaron las facturas y guarrearon todos los folios pintando un corazón en la esquina de cada uno.
Todos.
Un paquete entero.
Después de una mañana así, decidí canalizar toda su energía (y no precisamente para darle luz a toda una ciudad, que tendrían de sobra), sino para mejorar su nivel de atención, motricidad fina, etc…. Vamos, que los puse a hacer los paquetitos en los que os mandamos las alcayatas, los tacos y el regalito que siempre os enviamos.
Así, tal cual. Sin remordimiento ninguno. Si es explotación infantil o no (que espero que no), no lo sé, pero señoras y señores después de una mañana en la que hasta mezclaron un bote entero con sus dos mil alcayatas con otros dos mil tacos, otra no me quedó.
A la semana siguiente los apuntamos a un bendito campus de verano, de esos que das el dinero besado y sales dándoles un abrazo a los monitores, diciéndoles «bendito seas» y casi llevándoles un tupper de salmorejo y su tortilla de dos kilos correspondiente para que coman sano. Porque señores, yo creo, después de tener a mis hijos en el trabajo miércoles, jueves y viernes, que el trabajo de un monitor, profesor, seño, seña o de cualquier docente en general, no está pagado con nada.
Con nada.
Por eso desde aquí, reconocer la labor docente, de todos los profes y profas del colegio de nuestros hijos que tienen la santa paciencia del santo Job y los aguantan sin hacer como yo, que, cuando han pintado ya los primeros tres mil folios, les pego cuatro jarpíos y acabo haciendo lo que siempre juré y perjuré que no ocurriría: les doy el móvil.
Me declaro oficialmente MALAMADRE.
Feliz verano con niños a todos y, ¡QUE COMIENCEN LOS JUEGOS DEL HAMBRE!